miércoles, 16 de marzo de 2011

LEYENDA DE SAN VALENTÍN

Algunas fuentes centran el origen de la historia de San Valentín en la Roma del siglo III, época en la que el cristianismo era perseguido. En este periodo también se prohibía el matrimonio entre los soldados ya que se creía que los hombres solteros rendían más en el campo de batalla que los hombres casados porque no estaban emocionalmente ligados a sus familias.

Es en estas circunstancias surge la figura de San Valentín, un sacerdote cristiano que ante tal injusticia decide casar a las parejas bajo el ritual cristiano a escondidas de los romanos.

Valentín adquiere gran prestigio en la ciudad por proteger a los enamorados y darles casamiento, y por ello es llamado por el emperador Claudio II para conocerle. El sacerdote aprovecha aquella visita para hacer propaganda de la religión cristiana y convencer al emperador para que siga los pasos de Jesús. Aunque en un principio Claudio II se sintió atraído por aquella religión, los soldados y el propio Gobernador de Roma le obligaron a desistir y organizaron una campaña en contra de Valentín. El emperador romano cambió de opinión y ordenó al gobernador de Roma que procesara al sacerdote.

La misión de condenar al sacerdote la tuvo que llevar acabo el lugarteniente, Asterius. Éste, cuando estuvo delante del sacerdote, se burló de la religión cristiana y quiso poner a prueba a Valentín. Le preguntó si sería capaz de devolver la vista a una de sus hijas que era ciega de nacimiento. El sacerdote aceptó y en nombre del Señor obró el milagro. El lugarteniente y toda su familia se convirtieron al cristianismo pero no pudieron librar a Valentín de su martirio. San Valentín fue ejecutado un 14 de febrero.

Mientras estuvo encerrado, su carcelero le pidió que diera clases a su hija Julia, a base de lecciones y horas juntos, Valentín se enamoró de la muchacha. La víspera de su ejecución, envió una nota de despedida a la chica en la que firmó con las palabras "de tu Valentín", de ahí el origen de las cartas de amor y poemas que se envían los enamorados en la actualidad y de la expresión de despedida "From Your Valentine"; conocida en todo el mundo adjunta en miles de postales de San Valentín.

Dos siglos más tarde la Iglesia católica recuperó esta historia y posteriormente la Santa Sede canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados.
El cuerpo de San Valentín se conserva actualmente en la Basílica de su mismo nombre que está situada en la ciudad italiana de Terni. Cada 14 de febrero se celebra en este templo un acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren unirse en matrimonio al año siguiente. 

Sea como fuese, San Valentín se ha convertido en el patrón de todos los enamorados y de todas aquellas personas que quieren tener una pareja. Los comerciantes se han hecho eco de esta festividad y la han convertido en un día perfecto para aumentar las ventas. Flores, postales, poemas de amor, dedicatorias, bombones y regalos de todo tipo se realizan este día al ser querido para demostrar su amor y amistad.

EL AMOR

Para mí el amor es ese sentimiento que te anima a hacer cosas que normalmente no harías, es arriesgarte a que una relación salga bien o mal, porque no te importa el futuro sino el presente, un presente que no cambiarías por nada del mundo por el simple hecho de que estás con la persona a la que amas y te sientes genial por ello.
Es una etapa de la vida que te puede dar toda la felicidad que puedas imaginar, o desafortunadamente todo lo contrario, porque no todo es bonito, hay sufrimiento y también hay tristeza porque en poco tiempo pueden pasar muchísimas cosas, tanto buenas como malas.
Hay personas que se apoyan en días como el de San Valentín para demostrar su amor a la otra persona, pero yo pienso que no debería de ser así, el amor debemos demostrarlo todos los días al igual que la amistad, el cariño o la confianza, porque con esta excusa las empresas aprovechan para vender sus productos por un precio incluso más alto de lo normal, sin embargo, un te quiero puedes decirlo mil veces y no te costará nada.

lunes, 7 de marzo de 2011

UTOPÍA

Mi utopía sería un mundo que no se moviese por los intereses y que fuese justo con todos por igual. Cuando alguien se merece un castigo, debería ser castigado pero no de una forma cruel sino de una forma constructiva, que le ayudase a comprender lo que es el bien y así ponerlo en práctica de ahí en adelante (de acuerdo con Sócrates). Pienso que debería existir un líder que se preocupase por el pueblo y no solo por sus intereses personales, porque dando ejemplo es como los demás aprenden, y de este modo podríamos vivir en un mundo con menos desorden social y por tanto mucho mejor.

DIÓGENES DE SÍNOPE

Fue un filósofo griego y discípulo más destacado de Antístenes, fundador de la escuela cínica. Para él, la virtud era el soberano bien, de hecho, rechazaba toda convención, la ciencia, los honores y la riqueza. Llamado por Platón «Sócrates delirante», iba siempre descalzo, vestía una capa y vivía en un tonel dando así un claro ejemplo de hombre autorrealizado sin posesión de riquezas de ningún tipo. Fue este motivo el que le hizo ser objeto de burla pero a la vez, de respeto para los atenienses ya que para Epicteto llegó a ser modelo de sabiduría. Desgraciadamente sus escritos se han perdido, la riqueza y variedad de los datos que transmite se ve mermada, por su falta de rigor filosófico. Se desconoce su propia filiación intelectual; ocasionalmente se le ha considerado un cristiano, aunque es más probable que perteneciese a la escuela epicúrea.

EPICURO Y LA FELICIDAD

Fue un filósofo griego, fundador de la escuela que lleva su nombre (epicureísmo). Los aspectos más destacados de su doctrina son el hedonismo y el atomismo. Defendió que el sabio debía mantenerse al margen de la vida política.
Su filosofía de la felicidad tuvo que ser reconstruida, ya que se tenían pocos datos sobre ella, pero básicamente consistía en que todos pensamos que el dinero da la felicidad, pero él defendía que la búsqueda de esta era más complicada. La felicidad se convirtió en sinónimo de la vida indolente, defendía que el placer es la meta y que sólo nos importa conseguirlo a pesar de las consecuencias que nos afecten después.
No sabemos exactamente lo que nos hace felicies, sólo sabemos que nos sentimos atraídos por bienes materiales creyendo que estos nos darán la felicidad, sin embargo, el precio de la felicidad es barato; simplemente con tener alrededor a alguien que te quiera o sentirte bien contigo mismo son algunos de los ingredientes más esenciales para ser feliz.

SÉNECA Y LA IRA

Este filósofo decía que los seres humanos nos enfadamos ante algo porque pensamos que lo que hacemos es siempre lo correcto. Compara al ser humano con un perro atado a la parte trasera de un carro; este tiene una determinada libertad, pero no la suficiente como para hacer lo que quiere. Aunque la diferencia que nos separa es que los humanos poseemos la capacidad de razonar.
También defiende que la esperanza trae la ira a las personas y que sin esperanza no nos enfadaríamos tanto. Esto lo comprobó estudiando el comportamiento de personas de la alta sociedad que, según él, son las que más esperanzas tontas tenían y las que más se enfurecían a lo largo de su vida porque siempre esperaban algo bueno que cuando no venía les hacía enfurecer, y a partir de esto extrajo una posible solución:
"Si la ira predomina en las personas optimistas, para que esta no nos domine debemos ser más pesimistas".

Personalmente, no estoy muy de acuerdo con Séneca, porque sin esperanzas ¿de dónde sacaríamos el ánimo para seguir adelante en situaciones difíciles? ¿cómo nos podríamos armar de fuerza si estamos convencidos de que nos va a salir todo mal? El mundo sin esperanza sería un lugar donde no existe el ímpetu ni las ganas de hacer algo maravilloso, y haciendo cosas maravillosas es como se consigue la felicidad.

EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS. O NO...

Según la ética de Kant, es preferible hacer lo correcto sin necesidad de tener en cuenta las consecuencias porque así se mantiene la dignidad. Sin embargo, el utilitarismo defiende que lo importante es el fin, es decir, se debe tener en cuenta las consecuencias de la acción, sea esta buena o mala y lo importante es hacer feliz al mayor número de personas posible.

Hay personas que defienden la postura de Kant, y afirman que es mejor decir la verdad aunque haga daño a alguien, pero hay otras que piensan que es mejor una mentira piadosa con tal de conseguir un buen fin.
Pero hay un problema, y es que si esto se lleva al extremo puede no traer buenas consecuencias, es decir, ¿puede una guerra justificarse porque su fin sea la mejora del mundo?

En mi opinión, no juzgaría ninguna de estas conductas como la única correcta, sino que analizaría primero el caso y después actuaría de una manera u otra, porque no es facil elegir a veces entre dos acciones y lo primero que se ha de hacer antes de actuar es PENSAR.